Ayer y hoy, 1 de Abril,
alojado en los murmullos y en las ausencias,
escucho decir:
Se aleja como la orilla del río que recoge
las piedras redondeadas
por los buenos momentos de contacto
y los días de sufrida batalla.
Ayer y hoy, 1 de Abril,
recluido en la peculiaridad de mi pensamiento,
sólo puedo percibir
que el agua que separe las orillas
no ahogará los sentimientos,
sino que los sujetarán, invisibles,
los brazos de las laderas al encontrarse en el fondo.
Como las dos cumbres distanciadas
por el espacio, que es relleno de susurros,
que es historia de recuerdos más allá de los tiempos,
pero que no puede evitar que se miren frente a frente;
como las dos cascadas que recogieron
de las cumbres las esencias disueltas de la erosión
para ser arrastradas por el agua de la lluvia
y terminar unidas en el remanso que las recoge;
como los brazos del río que nacen del remanso
para circular por dos llanuras de tan distinto paisaje,
pero siempre dibujando con paciencia las nuevas horas
que conducen su caudal hacia el infinito final;
así os veo, ayer y hoy, 1 de Abril.
Y a partir de mañana abrir,
a ratos, entre pensamientos,
las puertas del puente que se sostiene
sobre los pilares de esos sentimientos,
resistentes, sujetos por el abrazo permanente
de las dos orillas bajo el agua,
en el lecho oculto a las miradas de otro abrazo
que si se rompe, es porque no fue.
Así te veo, pasado el mes de Abril,
recordando que ni todo era, ni todo es
espacio verde, aire respirable;
creando nuevos trazos, nuevos lazos;
y sintiendo que en esta orilla
siempre tendrás
el estrecho abrazo desde el fondo.