Gestos articulados

Sensible al murmullo 
y a los recuerdos de mi vida. 
Insensible a las creencias 
y al gesto articulado.
Dispuesto a tolerar una cultura
 que no acaba. 
Indispuesto ante el derroche 
y el indeseable culto. 
Reconfortado
 por el especial calor de la familia
que comparte emociones 
y el reencuentro frente al plato.
Indignado por la hipocresía 
de las almas perdidas 
que me provocan un efecto funesto. 
De pie, en la madrugada,
 sólo encuentro
en el camino de mi mirada
 balcones reconocidos, 
llenos de desconocidos. 
De pie, en la madrugada, 
examino un espacio incompleto
marcado por la arítmica armonía
 de colores y de mantos, 
de música y de llantos, 
de tambores y cantos. 
Algarabía de irrespetuosos deseos 
que van abriendo el cielo al clarear. 
Cielo que despeja mi rostro 
para divisar la senda dibujada
bajo el sudor del sol 
que nos espera. 
Fría claridad de un día mortal, 
pues al nacer, se escribe su final. 
Las horas asoman sus cortas puntas afiladas
y redimen pocos condenados 
de entre los que perpetúan
el culto a la madera. 
Y yo mientras, sensible al murmullo
y a los recuerdos de mi vida. 
Dispuesto a tolerar una cultura 
que no acaba. 
Reconfortado por el calor 
del reencuentro con mi familia. 
Compartiendo un reivindicado descanso.